Por puro placer

lunes, 26 de mayo de 2008

Comprensión por una Lectura





Una de las cosas interesantes del trabajo que tuve en la editorial fue el hecho de pensar, buscar, leer y transcribir lecturas que usualmente se usan a modo de “complemento” en los colegios. Fue un ejercicio muy agotador en algunas jornadas, extenso si la hora ya se sobrepasaba de lo que se había acordado y más si la gente con la que a diario convivía en la calurosa, pero armónica, oficina del Galaxy Center en Monjitas, llevaba contabilizado más horas de vuelo en su trabajo que en sus respectivas familias.

Pese a ello, la mayoría del tiempo dedicado a esa labor que fue casi antes de irme, resultó entretenida y muy interesante. No sólo por el hecho de sumergirme en lecturas que ya no recordaba en argumentos, personajes o sus armónicas portadas, sino que me dio para que en algunos instantes, irme en la más holística de las voladas mentales.

Hoy, cuando alguna gente ha querido re-encontrarse con otra gente por Internet o simplemente se sabe sobre personas que uno ya sentía que habían tomado un rumbo en el cual tu nombre sólo figura como una circunstancia de un presente pasado sin futuro; no deja de ser llamativo la cantidad de información que se digiere (muchas veces a la fuerza) de estos antiguos-nuevos personajes.

Más que saber sobre si Juanita ya no está sola o que Juanito se hizo un test y resulta que en su vida pasada fue hormiga obrera, lo bueno de esto es saber lo positivo de las apuestas que uno tenía de ellos. A sorpresa de mi generación a la que no le veía mayor futuro que rendir una prueba casi obligatoria, me he enterado, aparte de una que otra basura, que muchos son profesores, chefs en rodaje que salen en LUN por ganar premios, psicólogos varios, agrónomos, ingenieros con ideas de papel, arquitectos sin título por vaivenes económicos, computines, mamás, papás de gemelas, camioneros, dj’s de radio fm y corredores de cuarto de milla. Pocos se han ido del país y los que lo hicieron, han vuelto y buscan su lugar en el mundo. También, en baja los que se fueron de la capital y están bien.

No he dejado de pensar que alguna vez estuvimos juntos leyendo eso que ahora me tocó entregar a los otros estudiantes que siguen. Historias que entre sus frases y títulos a los que se antepone el mote de “lectura clásica universal”, contaban con mejor detalle en algunos sobre maestros que eran el pilar de sus alumnos, chefs traviesos, paisajes de un campo que nunca deja indiferente al que lo busca, rollos de minas con mil problemas tan comunes como los que nos aquejaban, horas y horas de viaje, hijos traviesos, grandes relatos de noches eternas, amor ridículo y necesario o canciones que se ilustraban luego de escucharlas en silencio junto a un relato.

Algo de eso tiene que estar en ellos. En mí, que se me pasó por la cabeza y que a mi no sorpresa terminé haciendo lo que dije o se me salía por los poros sin decirlo. Eso me detuvo a vetar algunos libros que me cargaban y pensar que muchos “Había una vez...” “En un lugar lejano de cuyo nombre no quiero acordarme..” o “Mucho tiempo después, frente al pelotón de fusilamiento...” serán base de otros que siguen y que como uno, mortal, recuerdan con detalle que fue lo que en parte, los llevo a sentirse por algún instante de sus vidas como el alguien que siempre quisieron ser.



Escucho: La máquina de Espresso de la Shell de Bilbao y Tobalaba (Más estilosamente ciematográfico-serial de cable no puede ser! )

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