
Existe en el adagio popular, o por lo menos, mi madre hace incapié que mi abuela lo recordaba, que los primeros doce días del año son el reflejo de cómo será el año para todos y para uno mismo. De ahí que la gente siempre se preocupe sobre las lluvias o los días nublados (Invierno) y el sol o el calor ( Verano). Para mí, el año 2006 se inicia con un abrazo a un ex candidato presidencial cuando el cielo se ilumina lejos de los que quiero, con la contradicción que hago lo que quiero. Trabajo y su costo.
Las siguientes semanas darían razón a lo que había impuesto en esa jornada, trabajo hasta altas horas y viajes como estrella de tabloide sin foto. Arriba de una lancha o cenando en un avión, escribía sobre lo que pasaba e iba a pasar. La fama de las letras a fuego sin glamour terminaba el mismo día que otra historia se cerraba, pero dejaba entreabierta otra impredecible.
Amparado aún bajo los entredichos de los que leían esas páginas, la entrada triunfal y solitaria a las salas de Vergara 240 se convirtieron en una muerte de horas. El costo, se pagaba al final, con el miedo a que no todo saliera como se hablaba en ese entonces por culpa exclusiva de uno mismo. Eso lo hacía doler más.
Comenzaba así, lenta pero infalible una de las agonías más dolorosas de este año. La certeza de que la U como refugio de responsabilidades (la mayoría de las veces, la U fue un agrado), se diluía a medida que avanzaban las nubes del invierno.
Una vez entré a la facultad y era como ser parte de una gran broma. Ni los guardias o los profes eran los mismos. Uno tampoco, pero aquella lejanía sirvió de ejemplo para entender que ése dejaba de ser el lugar por el que me había encariñado los últimos cinco años. Sólo la voz baja de la Francisca Alejandra, horas antes de que se oficializara su nueva vida de casada, me hizo sentir más a gusto. Juntos redactamos la historia que servía como telón de fondo posterior a nuestros días de colegiales preocupados. Lagos y su gobierno hizo salir lo más melancólico de cada uno. Preparábamos el adiós a nuestra forma, sin la certeza de ser alumnos pero sí, estudiantes.
Al despuntar la luz previa al calor, la historia se torna confusa (no tanto, después de todo), textos sin final, post ilegibles o canciones que ahora suenan mal, adornaban las semanas en las que para el mundo administrativo no era nadie. Sólo después de cambiarme el nombre y comenzar de cero con nada fui alguien con la rara sensación de no ser el mismo. Pero como no conozco otra forma de ser alguien siempre fui el mismo, con más pelo y otras responsabilidades. Cuñas por confirmaciones y textos por cotizaciones. Al final, la aventura se corona con un gran espectáculo de luces y música, que de nuevo, sólo tuvo el back stage vivencial; o mirado de una forma "optimista", ya no es certeza que sólo sirva para recordar, preguntar y escribir.
Sin embargo, el volver para irse se dio sólo al final del cuento con una performance digna de los mejores años de universidad. Frente a todo lo que podía emocionarme en la última prueba antes de ser Periodista, las palabras de bienvenida forma al mundo por parte de Pancho Martorell lograron el acometido. Aún me cuesta asumirlo.
2006 se va (se fue) y termino el discurso recordando que poco a poco las imágenes antes sacras comenzaron a caerse, murieron los indolentes y agonizan los débiles. En el amor, será recordado como un año liberal pero a su vez, exigente a la hora de dar los pasos. El ecléctico sonido del Soundtrack de este año da paso al estruendo comienzo de un 2007 como un cuarto en blanco.
Escucho: Instant Karma! de John Lennon, el tema que cierra un buen año.
1 comentario:
yo, yo soy un ferbiente creedora* del adagio popular, te lo juro.
*existe esa palabra?
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