Un departamento para mi solo en un barrio que crece en su diversidad de actividades y aún es under. Una novia piola que es guapa cuando se lo propone y cuando no, que amo por sus respuestas y la forma que tiene al decirme algo que sabe que me va a gustar. Amigos a muerte que están en las malas y en las remalas, de esos que siempre celebran las buenas casi todos los días. Padres que no interfieren, sino que aportan, de esos invisibles pero presentes a su forma o en la que más nos acomoda. Un trabajo que me gusta cada día más y que me permite ahorrar y no pasar pellejerías al tercer día posterior al pago. Un auto bonito y económico. Un buen estado físico que permite lucir mi ropa única y poco repetible, informado de todo y locuaz de esos que te sientas a escuchar, fértil de ideas y teorías.
Mientras camino por Miraflores voy pensando ¿Hasta qué punto toda la lista de arriba es realmente invención mía?, es decir, ¿Qué realmente de eso necesito para ser realmente feliz y pleno?. El otro día leí que un estudio en la búsqueda del ser humano más feliz del planeta, se llegó a la conclusión que era un tipo más bien pobre, que salía poco, se acostaba temprano, soltero y que nunca había bebido alcohol.
Y ahora que escribo, trato de recordar, al ritmo de "viejos temas" los momentos más felices de los últimos tiempos. Nunca estuve solo, sino que riéndo con el conocido de turno, no pensando en nada más que en el instante mismo y con alcohol para amenizar, pero muy pocas veces.
¿Momentos para describir? Una vez tirado al sol al lado del Taca- Taca en Primer año vísperas de una fonda, bailando en una fonda con amigos, en la azotea en un asado, despertando con mi novia de entonces muertos de risa, con mi familia viajando, hablando con mi abuelo, bajando una calle en bici, nadando en el mar, caminando en el desierto, escribiendo, corriendo contra el tiempo, haciendo un gol bajo la lluvian y cojeando, saltando en un concierto, brindando con mi mejor amigo en una fogata, agradeciendo los aplausos, caminando en la tarde. Conduciendo en la madrugada.
No han sido esos días que uno quisiera recordar (por favor, si comentan no coloquen pelotudeces del tipo "ya vendrán mejores o ánimo que la vida sigue" o algo similar). Son días que ya mueren a la hora de haberse levantado. Son sin proyección, salados, ambiguos, solitarios y muy pero muy tristes.
He ahí el cuestionamiento, si necesito eso para pasarlo mejor o es simplemente invento de algo o alguien. El otro día lei "Dios tiene extrañas formas de hacernos regalos", si esto tiene una lección o un regalo, creo haber aprendido buenas lecciones de humildad, perdón, tolerancia y respeto como nunca en mi vida. Malditos cambios, son siempre así de dolorosos.
Escucho: Arrancacorazones de Ataque 77, tema del disco del año 2004-2. También esa vez no la pasaba bien.
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