¿Y ud.? ... no, Yo miro nomás

En estos instantes se celebra la fiesta más cuática que se recuerde en los 7 años de existencia de mi edificio. Arriba en la azotea, hay un matrimonio cuya fase, por la hora, es la del bailongo al ritmo de Bill Halley y sus Cometas (los mismo que se mataron previo a la segunda guerra mundial) amenizado por whiskies and soda y piscolas claras. Ellas sin zapatos, ellos sin corbata.

En uno de los ricones, cubierto por una perfecta pared en la que se encuentra una asadera miro todo lo que pasa. No visto para la ocasión ni tenía ganas de subir. El novio, que se casa con mi prima, es un pelmazo de primera. Insoportable y maleducado, él es el mismo a quien muchas veces me han detenido echarlo de la mesa y del depa por roto. Estoy en la fiesta más que nada porque mi prima ha sido como una especie de hermana mayor putativa y obviamente por la comida. Nada más.

Mientras una pareja ebria me apunta con un vaso en la mano, pienso que jamás he asistido a un matrimonio. Ni el que celebra en el civil o mucho menos uno en la iglesia. sólo he llegado a sus cócteles y comidas. Jamás he escuchado un Sí, acepto en vivo o he presenciado un beso nervioso por el momento. Esta vez, entre las pocas ganas y la pega en la productora hicieron que la excusa perfecta se hiciera realidad. Yo, con camisa y zapatillas, devoro las sobras de unos fritos extraños y tomo Coca-Cola con hielo, que se ha vuelto a transformar por extrañas circunstancias en un lujo como en antaño.

La coronación de la escena sólo es posible cuando al cruzar la pared del asador veo a mi padre bailando con otra señora y mi madre ídem con un tipo de humita y canoso ¿swinger a los 50? Freak!. Lo raro es que ambos ni se inmutan y siguen una conga salpicada por un dj medio fulero y predecible.

¿Y ud es el que coloca la música?- Me dice una señora arreglada y brillante con olor a ron
No, yo miro nomás




Escucho: de lejos, el galeón español. La estela, la dejo sólo con mis amigos, pienso.