Por puro placer

lunes, 4 de septiembre de 2006

Stanley Clarke en Chile


Por Emilio Garrido

Viernes 1 de Septiembre de 2006, un día que será recordado por todos los amantes del jazz, ya que uno de los maestros de este género se presentó en nuestro país, ofreciendo dos conciertos inolvidables. Stanley Clarke, la leyenda viviente, estaba presente en Chile, para deleitarnos con soberbias presentaciones que tuvieron lugar en el teatro Oriente.

El recinto se encontraba repleto: grandes y chicos acudieron para contemplar el show de un tipo que, junto con su contemporáneo Jaco Pastorious, renovó las bases del bajo en la música moderna, con un estilo y sonido inconfundibles. Para mí, la expectación era tremenda, ya que, aunque lo había entrevistado en los días previos, esta vez era el momento de ver todo su poder en vivo y, en definitiva, disfrutar de un espectáculo de un músico que tocó con Chick Corea y Al DiMeola en esa fundacional banda llamada Return To Forever y que ha participado en tantos grandes discos, incluyendo los propios. Creo que todos los presentes sabíamos que se trataría de una velada muy especial.

Y así fue. Alrededor de las 20:30 horas, se apagaron las luces, la música ambiental dejó de sonar y en la oscuridad, apareció la imponente figura de Clarke, siendo inmediatamente ovacionado por el público. El hombre, muy simpático, saludó a la audiencia, dio a conocer lo feliz que se encontraba de estar en tierras chilenas, y comenzó a tocar. El sonido, hay que decirlo, estuvo de lo mejor desde el comienzo, salvo algunos detalles a la mitad del show, pero que no empañaron la potencia que estuvo presente a lo largo de la presentación. Fue así como Stanley empezó a improvisar en su instrumento, mientras se proyectaban en una pantalla imágenes que lo mostraban a lo largo de su historia. Y así, comienzan a hacer ingreso al escenario los músicos que lo acompañarían: Raúl Aliaga en batería y percusión, Cristián Gálvez en bajo, los tecladistas Sebastián Almarza y Carlos Valenzuela, y el guitarrista Emilio García. ¡Sólo músicos chilenos junto a la leyenda del jazz! Y realmente, dejaron muy bien puesto el nombre de nuestro país. La presentación de los músicos se realizó al ritmo de improvisaciones en clave de blues. Inmediatamente quedó clara la cohesión y afinidad entre los ejecutantes.

El recital comenzó con un clásico de la historia del jazz: “Goodbye Pork Pie Hat”, la clásica composición de Charles Mingus, que ha sido registrada por una serie de artistas que van desde Jeff Beck hasta Joni Mitchell. Esta versión era diferente a la original, y de larga duración. En ella, Clarke se lució, mostrando porque es una figura emblemática de la música, luciendo todo su virtuosismo y pasión que le imprime a cada nota que sale de las 4 cuerdas. Por momentos parecía que estábamos frente a una presentación de Return To Forever, ya que el sonido, se asemejaba bastante. Asimismo, Apablaza realizó un tremendo solo en el piano, que fue aplaudido por todos, al igual que la demostración de las virtudes de García en la guitarra. Y para finalizar, ¡Gálvez, que tremendo bajista! Un solo que sorprendió al propio anfitrión de la noche.

Después de bromear con la anuencia, Mr. Clarke presentó la segunda obra: “Funny How Time Flies”, una versión de un tema de la cantante Janet Jackson, donde bajaron las revoluciones que habíamos visto en la obertura, para dar paso a la suavidad que ha estado presente a lo largo de su carrera. Hacia la mitad de la canción, el maestro comenzó a jugar con las clavijas del bajo, para luego retomar la nota precisa sin ningún problema. Notable.

Luego fue el turno de “Tradition”, composición acústica, y según relató su autor, fue creada cuando viajó a conocer personalmente al genio Miles Davis. El tema poseía un estilo similar al bossa nova, y se produjo un silencio en todo el teatro, para escuchar esta obra íntima y bella, silencio que sólo se rompió al final para aplaudir fuertemente esta demostración de puro talento y sentimiento.

Y así llegamos a uno de los puntos culmines de la jornada: Stanley toma el contrabajo, su marca personal en los 70, y da comienzo a “Song To John”, tema que apareció originalmente en el disco “Journey To Love” del 75 y que está dedicada a John Coltrane. Esta vez fue acompañado por guitarra acústica (con un sonido muy agradable) y percusión, donde Aliaga se lució demostrando sus cualidades. Evidentemente, Clarke causó el delirio de la audiencia con complicadas escalas y un dominio absoluto en el contrabajo. Impresionante.

El quinto tema fue “Comformation”, original de Charlie Parker, y donde se produjo algo muy especial: dúo entre los bajistas. Clarke con su contrabajo y Gálvez, con un bajo eléctrico. Me sorprendió la maestría y el tremendo nivel de Cristián, quien en ocasiones sacaba sonidos que parecían guitarras. Fue espectacular ver a ambos interactuando de esta manera, se notaba que disfrutaban por sus expresiones, y constantemente eran aplaudidos por el público, que les regaló una gran ovación al terminar.

Posteriormente, Mr. Stanley conversó con los presentes, dedicando la siguiente canción “La canción de Sofía” a su suegro, Antonio Prieto, quien se encontraba presente en el lugar. El respeto de la audiencia fue total, escuchando con atención esta bella composición, mientras se proyectaban escenas que mostraban al cantante chileno. Asimismo, Stanley nos deleitó con una ejecución perfecta, donde muchos quedamos pasmados ante tal manifestación de talento y amor por la música.

Y para finalizar, un clásico de los que todos esperábamos, que según su declaración, sólo le tomó 5 minutos para componer. Se trata de la tremenda obra de 1976, “School Days”, su marca registrada, en una versión poderosa, llena de power, donde uno de los protagonistas fue Raúl Aliaga, con un extenso solo de batería que sonó increíble. Era algo que se esperaba, para terminar de la mejor forma, con los músicos agradeciendo por todo lo vivido, y demostrando sus cualidades. Un final grandioso.

Pero, a pesar de que el siguiente concierto de las 22:30 ya se aproximaba, todos queríamos más. Por esto, los músicos volvieron al escenario, y el maestro señaló que esto sería lo último, un tema tradicional navideño, muy bueno, y que nos dejó a todos conforme para el término.

En resumen, creo que Stanley Clarke demostró al público chileno todas las características que lo hacen ser de los instrumentistas más grandes de la historia del jazz. Su sencillez y carisma encantaron a todos los que nos encontrábamos allí. Quizás lo único reprochable es que, al menos yo, quedé con ganas de escuchar más, pero aún así, fue una gran experiencia y es uno de los mejores conciertos de jazz que se hayan realizado en nuestro país.



Emilio Garrido Riquelme

1 comentario:

Emilio dijo...

Amigazo...gracias por la publicación. Se agradece para ir mejorando ciertos detalles que, cuando se publica la nota, te das cuenta de que persisten. Ya vendrán más cosas en Rockaxis

Un abrazo..se viene la fonda del 18

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