Capricho Marchito

perro azul
Estás tendida en mi cama ojeando mi agenda mientras yo escribo estas palabras lejano a tu figura. De vez en cuando me miras curiosa llamándome a tu lado con los ojos de muerte que siempre me hacen emocionar. Aún no lo creo. Ambos, lejanos y silenciosos asistimos al mismo lugar que pudo ser nuestro mítico final. Bastó un título en nuestras manos como para que el deseo de saber como luces sin tu delgado vestido se hiciera realidad cuando comienza a despuntar la noche.

tus piernas brillan con la luz de las ventanas y el pelo se te cruza en el rostro cada vez que bajas la cabeza y la giras al voltear una página, como si en ese sensual instante la vida se acabara y sólo están presentes las notas ilegibles de mis dias tristes. Con la punta de los dedos, pienso que saboreas las letras que inevitablemente están cargadas de café y sueños.

Volviste. Lo dice mi estómago vacío, mis manos secas, el pelo brillante, los ojos nublados. Volviste con el olor del mar entre tu bufanda de lana sobre mis piernas. Temblaste cuando te besé porque ahora sabes el peso de una caricia en medio de la calle. Porque no te he dicho nada en más de quince minutos y sólo te miro desde la mesa rodeado de tu ropa y tus palabras.

Antes que te vayas, de que regreses al sonido indescriptible de las voces desconocidas o te marches para reírte de la rutina; quiero que sepas que jamás habrá un párrafo, madrugada o espejo que refleje la esperanza esta noche de marzo en que tu y yo pudimos sentir por un eterno instante que el verso comenzaba con un conocido juego de emociones comunes.

No olvides tus zapatos