In de vida

No puedo escribir , no tengo tiempo, menos inspiración, me falta vocabulario, estoy siempre cansado.

Los miro en la caja, llevan un carro lleno, dos hijos, paga con tarjeta.

Es una casa pequeña, pierdo a diario mi intimidad, el barrio no es lo que decía el folleto, tengo una guata que deprime, el pelo muy corto y sonrío poco.

Avanzo detrás de ellos. Él maneja el carro, ella a los hijos. Se distrae con una promotora de falda corta, los niños con el Elefante; ella, con una oferta de la entrada.

¿Y Ñunoa, y Vicente y mis libros y la sala y el silencio y el vino y el teatro?. Momentito. Conjunto, EL Mauricio o Mauriiiiii, la Cristal, el cable o MCC, la peli taquilla, el cobertizo.

Bajo y me deprimo, llega a su auto, no es un gran auto, le habla fuerte a ella, la reta por la distribución de las bolsas. Suben, salen, Freenan!!!. Se baja, increpa, llantos en el auto, enpujones, patean.

La miro y nada. Lata. Era bella, era guapa, era lista. Es extraña, desconocida y lejana a toda comunicación. Los silencios son el peor aliciente. Debe ser por eso que aparece otra que la sustituye, una que nunca imaginé que llegaría a conocerme, inferior de estudios pero superior en cariño.

En las escaleras mecánicas, subiendo y bajando, las parejas se ven felices. Abrazados, creo ver mi futuro.


Al hablarlo con mi madre, temo que termine con un conservador discurso. Cálidamente progre, me soprende como sólo ella sabe:

- ¡ Qué grave tu! , cómo dices... "rallas la papa". Sí sabes que ese es el camino fácil.

Octubre 2005